miércoles, 18 de febrero de 2009

La carrera de la vida.

A veces creemos ser felices sin tomar en cuenta que dicha emoción es totalmente efímera, se esfuma con la más mínima brisa y avanza tan rápido por el aire que no somos capaces de alcanzarla, es entonces cuando sentimos que nuestros pasos se hacen lentos ante una carrera de nunca acabar y terminamos extenuados a la mitad del camino sin querer seguir adelante y con cero interés por descubrir que cosas pueden haber en nuestra ruta. Claramente en el trayecto nos encontraremos con dificultades, obstáculos que tal vez nos costará superar, como también habrá momentos en los que el sendero será hermoso y tranquilo, en el que nos sentiremos calmados avanzando, pero eso es algo que no podremos descubrir si no continuamos. La vida nos propone respuestas simples ante la encrucijada de intentar o no llegar a la meta, es tan simple como un "sí" o un "no", pero a la vez tan complejo como entender que si decimos "sí" podremos vivir mil cosas que no se pueden predeterminar y si decimos "no", quedaremos con la incertidumbre de qué es lo que pudo venir más adelante. Es el miedo el que nos impide seguir, hay que luchar contra él, pero es en éste instante en el que estoy embargado por él, ¿qué es lo que se puede hacer frente a un sentimiento tan amargo que nos deja sin ganas de probar más?, por más dulce que pueda parecer lo que tenemos en frente tememos a que en su interior pueda contener un bodrio que nos haga sentir su agrio sabor. Todo es relativo, todos tenemos distintas visiones de las cosas pero sólo sé algo, el ser humano gusta de caer una y otra vez con la misma piedra.

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